El coronel no tiene quien le escriba.(México)

AÑO 1999

DURACIÓN 118 min.

PAÍS México

DIRECTOR Arturo Ripstein

GUIÓN

Paz Alicia Garciadiego (Novela: Gabriel García Márquez)

MÚSICA David Mansfield

FOTOGRAFÍA Guillermo Granillo

REPARTO Fernando Luján, Marisa Paredes, Salma Hayek, Rafael Inclán, Ernesto Yáñez, Daniel Giménez Cacho, Patricia Reyes Spíndola, Odiseo Bichir, Esteban Soberanes, Julián Pastor

PRODUCTORA Coproducción México-España-Francia-Cuba

GÉNERO Drama

Comentario: Sin duda alguna la obra de García Márquez se adaptaba notablemente al universo sórdido, dramático y feísta de Ripstein y a la pluma abigarrada y compleja de Paz Alicia García Diego, con lo que, por fin, el escritor colombiano tiene en cine una gran adaptación y con lo que Ripstein ahonda todavía más en su magisterio actual y ser considerado, sin discusión, uno de los grandes de la actualidad.

Hay en esta película una reflexión sobre la desilusión de vivir, sobre la derrota, sobre la vida anestesiada por la pena y la desidia. Y Ripstein aplica un lirismo apesadumbrador a la historia, una melancolía desilusionante, una hondura dramática locuaz henchida todavía más por negros y muy explicativos toques de humor negro y absurdo. Es verdad que no hay realismo mágico, porque solo hay realismo humano en un mundo muy de Ripstein: despiadado, falto de oxígeno, lleno de podredumbre, inhóspito, dónde todo se puede comprar y vender, dónde como diría el maravilloso Miguel Hernández "El hombre acecha al hombre".

Película sólida y convincente por todos los lados, notablemente escrita, estupendamente dirigida y ambientada, brilla también por su elenco artístico y particularmente por interpretaciones magistrales que hacen Luján y Marisa Paredes (el coronel y su esposa) de esos dos naúfragos perdidos -sin fe ni esperanza, solo caridad, y una ilusión que es un espejismo, una utopía, un sueño abstracto- en una isla tan grande como el mundo entero, pues su naufragio es irreparable, aunque realmente conmovedor.

Sinopsis: El Coronel espera. Le prometieron una pensión, y desde hace años le incumplen la promesa. Viernes tras viernes, trajeadito y solemne, se para ante el muelle aguardando la carta que anuncie la llegada de su pensión. Todos en el pueblo saben que espera en vano. Lo sabe también su mujer, que cada viernes lo mira prepararse ante el espejo para recoger la carta que hace años 10 esquiva. Pero el Coronel cierra los ojos ante esta verdad tan evidente y se aferra a su sueño. Y es que, si no, ¿qué le queda?

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