Pero, más allá de la censura, en El verdugo, como en Plácido, está la gran cualidad del cine de Berlanga: la carne. Sus personajes son de verdad, no llevan encima las líneas pesadas del guión. No hay guiñol, sino una aparente espontaneidad detrás de la que hay un trabajo de planificación maestro. La coralidad de muchas de sus películas, orquestrada por majestuosos planos secuencia, no jugó nunca en detrimento del dibujo de personajes. La tropa berlanguiana, con sus habituales intérpretes extraordinarios, es parte del mundo en apariencia caótico del director.
domingo, 14 de noviembre de 2010
El verdugo
Dirección: Luis Garcia Berlanga.
País: España.
Año:1963
Duración: 111 min.
Género:Comedia negra
Intérpretes: Nino Manfredi (José Luis), Emma Penella (Carmen), José Isbert (Amadeo), José Luis López Vázquez (Antonio), María Luisa Ponte (Estefanía), María Isbert (Ignacia), Ángel Álvarez (Álvarez), Guido Alberti (director de la cárcel), Xan Das Bolas (guarda de las obras), Julia Caba Alba (visitante de las obras), Lola Gaos, Félix Fernández, Alfredo Landa, Chus Lampreave, José Sazatornil, Pedro Beltrán, Agustín González, Goyo Lebrero, Valentín Tornos.
Sinopsis:
José Luis, empleado en una funeraria, está pensando en emigrar a Alemania para convertirse en un buen mecánico. Enamorado de Carmen, hija de Amadeo, un «administrador de justicia» que parece tener soluciones para todo, será sorprendido con ella en la intimidad, por lo que se ven obligados a casarse. Ante la acuciante falta de medios económicos y la necesidad de buscar un piso para fundar el nuevo hogar, Amadeo, que está a punto de jubilarse, convence a José Luis para que solicite la plaza de verdugo que va a dejar vacante, y con la que tendrá derecho a una vivienda. Basta con que José Luis herede la profesión de su suegro. Esa es la única condición que pone el Patronato de la Vivienda. Presionado por la familia, José Luis acepta y, convencido de que jamás ejercerá, se hace verdugo. Mientras no hay ejecuciones, la vida en la casa nueva transcurre plácidamente, pero un día llega el temido telegrama: debe ajusticiar a un condenado en Mallorca. La posibilidad de un indulto es su única esperanza. (FILMAFFINITY)
Comentario sobre Berlanga:
Su talante de independiente e irreverente lo llevó a mantener una lucha sin cuartel con los ministros de la tijera, pero también con la moral recalcitrante, hipócrita y retrógrada del franquismo. Sucedió en El verdugo (1964), obra cumbre de su cine, y uno de los ejemplos del Berlanga más negro y esperpéntico, que había empezado a colaborar con el guionista Rafael Azcona en 1961 en Plácido, candidata al Oscar a la mejor película extranjera. El alegato feroz contra la pena de muerte de El verdugo fue al Festival de Venecia bajo los alaridos del gobierno de Franco.
Pero, más allá de la censura, en El verdugo, como en Plácido, está la gran cualidad del cine de Berlanga: la carne. Sus personajes son de verdad, no llevan encima las líneas pesadas del guión. No hay guiñol, sino una aparente espontaneidad detrás de la que hay un trabajo de planificación maestro. La coralidad de muchas de sus películas, orquestrada por majestuosos planos secuencia, no jugó nunca en detrimento del dibujo de personajes. La tropa berlanguiana, con sus habituales intérpretes extraordinarios, es parte del mundo en apariencia caótico del director.
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Sea este un homenajer a Berlanga. Muy bien.
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